Mañana me despertaré y me escaldaré con té
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En 1996, los viajes turísticos a la prehistoria y las pastillas antienvejecimiento son algo normal. Aprovechando la coyuntura, un grupo de nazis que escaparon de incógnito de la Segunda Guerra Mundial urde un plan secreto para llevarle una bomba de hidrógeno a Hitler en uno de estos viajes en el tiempo, que redirigirán a 1944 con la complicidad del piloto, un mujeriego despreciable. Con lo que no cuentan es con que el piloto va a morir de forma absurda desayunando, ni con que su hermano gemelo, apocado y buenazo y en absoluto fascista, se va a hacer pasar por él porque envidia su vida llena de sensaciones fuertes.