Fati convence a Pedro y Christian para atracar la gasolinera del barrio durante la noche. Pedro no hubiera aceptado si no estuviese desesperado por la multa que debe pagar para no tener que enfrentarse a prisión y Christian se hubiese negado si tuviese algo que perder. A pripori será un trabajo fácil y rápido, Fati parece tenerlo todo controlado, pero tendrán que lidiar con un dependiente en su primer día que no entiende el funcionamiento de la caja registradora, un cliente rancio que desprecia a la gente como ellos, una borracha que vuelve de una despedida de soltera y un experto en artes marciales a punto de pedirle matrimonio a su novia. El golpe se complica y se convierte en un secuestro que podría acabar fatal para todos.