Saengnuea tiene una salud muy frágil y siempre ha estado sobreprotegida por sus padres, que tienden a ser sobreprotectores y paranoicos con sus hijos, para disgusto de Saengnuea, que sueña con correr, practicar deportes y divertirse como otras niñas de su edad.
Allí conoce a Ken, un skater profesional que la anima a vivir como quiera y a disfrutar de su vida. Fue allí donde desarrolló su pasión por el skateboarding. Al mismo tiempo, su padre contrata a un médico, Khai, como inquilino. A diferencia de Ken, trata de convencer a Saengnuea de que sea más responsable y reflexiva y de que cuide de su salud, de ella y de sus seres queridos.